La Lola

- ¡Mama, mama!
- ¡Mama, sácame de aquí!
- Ay, mi niña, mi Encarni, mi alma ¿dónde estás?
Llevo tres semanas encerrada en esta chabola en medio del campo. Me han atado una cadena de perro al cuello y no puedo escapar. Grito y nadie me oye. Vienen una vez al día a traerme un poco de comida y agua. Me la dejan frente a mí y se van. Por suerte se van. Al principio se quedaban para atormentarme.
Primero vino mi Sebas, que me decía:
- A la niña no la veras más. Se la ha llevado mi madre a Gerona… es el castigo por no dejarme ir con la Chari. Qué te has creído, que podías hacer lo que te diera la gana. Yo soy tu hombre, y si te dejo te tienes que aguantar. Ya aprenderás, puta!
Luego, como yo no quería marcharme sin Encarni, me pegaba con una correa, me pinchaba con una navaja en las piernas, me quemaba los brazos con cigarrillos. Pero yo aguantaba.
Al cabo de unos días vino con su hermano, el Rafa. Me violaban para escarmentarme. Primero los dos, más adelante sólo el Rafa, porque mi Sebas decía que le daba asco… Yo lloraba y callaba. Solo quería ver a mi hija. Y marcharme de allí con ella.
Otro día se presentaron con su madre. Les dijo que me rapasen la cabeza, porque era una vergüenza para la familia: Una gitana tenía que obedecer a su hombre y no ser tozuda como una mula. Me dijo que a la niña ya la había perdido. Que era suya. Que no iba a tener una madre tan desgraciada como yo. Que ella ya sabía lo que había que hacer para que no se pareciese a mí. Y yo venga a llorar y callar.
Cuando me quedo sola me pongo a pensar en Manresa, en mi casa, en mi mama, en mis hermanos, en mi papa, que murió tan joven en aquel accidente y nos dejó desvalidos y sin protección. Después, para distraerme un poco de mi sufrir, pienso en la escuela, en los libros que me hacían leer, en aquella maestra que me llamaba “la meva ratolina”: entonces era la más pequeña de la clase, y no crecí mucho. Todavía soy una “ratolina”... Tan felices que me las prometía, jugando en el patio con las otras niñas, a la hora del comedor. Y los recreos de invierno en la biblioteca: los cuentos, los poemas, las canciones. Se estaba tan calentito… ¡Qué asco de vida me ha tocado vivir después!
¿Y si no salgo de aquí? ¿Por qué mi mama no me busca? ¿No encuentra raro que no la haya llamado en tantos días? ¿Y mi tata Manuela, por qué no me echa en falta? Estoy tan sucia que me salen costras en la cabeza. Y cada día más delgada… Me podría morir y entonces sí que no vería a mi niña. Pero aguantaré. Por mi papa que aguantaré.
Esta noche voy a gritar como nunca. No, mejor cuando salga el sol, por si pasa algún payo por este descampado. Estos cerdos se van a enterar, cuando me encuentren. Decía la maestra que las mujeres no hemos de ser esclavas de los hombres. Y no lo voy a ser. Tengo el cuerpo débil, pero el corazón lo tengo de acero. Me sacarán de aquí y me llevaré a mi niña, como me llamo Lola.


MM Morera, setembre 2011

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